Èl pasó de ser social a no querer ir a la escuela. De ser un niño extrovertido a ser malhumorado y contestón.
Su ternura desapareció, cada día al buscarlo al colegio en vez de sonreír se amargaba porque lo buscaba yo.
Muchas veces me suplicó que no lo dejara en esa escuela, y otras veces me reclamaba porque lo buscaba tan temprano.
El día que salió con la boca rota supe que todo estaba mal. Y apesar de buscar apoyo y tratar de retirarlo de esa escuela. Su noble corazón me pidió dejarle en ese lugar.
Solo me toca empatizar.